Sangre y Chocolate.
Las llamas saltaron iluminando la noche con su
luz carnavalesca. Las chispas ocuparon el lugar de las estrellas. La posada centenaria
erguía su silueta frente a un infierno y todo cuanto Vivian conocía estaba
siendo consumido por el fuego.
Dos figuras, con el pijama negro de hollín y
el rostro pálido de terror, salieron por la destrozada puerta delantera y
corrieron hacia el bosque donde ella estaba. Quien las había sacado a empujones
desapareció de nuevo en el interior...
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